El suplicio de tener a Lara

Cada vez estoy más seguro de que el empresario de Eduardo Lara es aún mejor que él en esa profesión. Todavía no me explico como a este señor, aún después de su desastroso paso por la Selección Colombia de mayores, le vuelven a entregar un combinado Nacional, en este caso la Selección Sub-20, que años atrás había dirigido con un rendimiento aceptable.Es más que obvio que no lo hace bien. Y más increíble aún que su nombramiento como DT es que, todavía con los pobres resultados obtenidos y un rendimiento vergonzoso, después de todas las gabelas que le dieron, de los grandes recursos invertidos en viajes y concentraciones por todo el mundo, de los interminables ‘microciclos’ que tanto daño le hacen al Fútbol Profesional Colombiano, y sobretodo con la presión extra que supone ser los locales del próximo Campeonato Mundial de esta categoría,el señor Lara siga tan campante, con su cara de yo-no-fui y su lagrimita eterna, dirigiendo (o por lo menos haciéndose el que dirige) a nuestra Selección.

Debo aceptar que mi animadversión por Eduardo no es de siempre. En su primer ciclo con las divisiones menores y su titulo del eje cafetero, yo lo veía con buenos ojos. Y creo que todos lo hacíamos. En esa selección él no era protagonista. Los que se llevaban todas las miradas eran los jugadores que en ese recordado suramericano nos hicieron soñar con volver a tener un grupo de jugadores que nos llevaran a un mundial y que además, catapultaran de nuevo el nombre de Colombia como un país de buen fútbol. Pero esa utopía empezó a derrumbarse cuando Rodallega aseveró que era mejor que Messi. Ese fue el acabose. Creo que ese es el punto de inflexión de ese grupo de muchachos. Y con ellos, viene el declive de la carrera como técnico de Lara.

A pesar de no mostrar lo que se esperaba de ese “gran equipo”, Lara se mantuvo como técnico de los ‘muchachos’ hasta aquél fatídico día en que, en detrimento de Jorge Luis Pinto, que dejaba a la selección de mayores lejos de Sudáfrica, era nombrado como DT interino de esta misma hasta que se eligiera su reemplazo. Luego vinieron un par de partidos, entre ellos uno contra Brasil como visitantes. Un empate. Lagrimas. Ratificación. Pocos lo creíamos. Lara fue ratificado y con él llegaron a la selección las decisiones irracionales, los cambios inexplicables y los planteamientos tácticos sin fundamento, como aquél partido en donde Jackson Martínez, que venía enchufado con el gol, terminó de volante, a 60 metros del arco.La Selección jugaba mal y como ya todos sabemos, no fue al mundial. Lara, a quien todo el Atanasio Girardot tildó de Burro, le fue comunicada su destitución. A su vez, el profe Eduardo fue premiado, sin que la mayoría entendamos aún por qué, con la designación, otra vez, como entrenador de la selección sub20. Y fue en este ciclo, su segundo al frente de los “pelados”, cuando su alma de empresario salió completamente a flote. Ya no es un secreto a voces, como solía serlo. Ahora es más que evidente que nuestras divisiones menores son tratadas como una vitrina para vender jugadores al exterior. Y Lara es un experto, porque hasta con los mayores lo hizo.

Yo propongo a Leonel. Porque cuando critico algo trato de dar una posible solución. Creo que esta selección con el hijo pródigo de Remedios tendría una fuerza y una calidad equiparable a las mejores del continente. Todavía estamos a tiempo. Si se quiere de verdad un proceso, que mejor que darle la Sub20 al asistente técnico de los Mayores.

Yo sueño con Leonel dirigiendo la de mayores, pero por qué no empezar a vislumbrar el día en que, con su melena, ondulada, Leo se postre al frente de Eduardo, y con su infinita humildad, le regale un pañuelo al lagrima eterna de Lara, lo abrace y recueste su cabeza en su enorme pecho y, al oído, le susurre “Listo papito, calmáte. Porque ya me toca. Y si es ya, es ya”