jueves, 9 de diciembre de 2010

Del Balón de Oro


Esta semana se conocieron los 3 finalistas que aspirarán por el Balón de Oro FIFA 2010, premio al mejor futbolista del año y que cualquier jugador quisiera ganarse algún día. Para empezar hay que decir que este año sólo se entregará un premio que nació de la fusión entre el reconocimiento que daba la revista France Football, llamado “Balón de Oro” y el conocido “FIFA world Player”, que era entregado por el máximo órgano del fútbol mundial.

Lionel Messi, Andrés Iniesta y Xavi Hernández, todos jugadores del FC Barcelona, ocuparán el podio en la ceremonia que se llevará a cabo en Zúrich el próximo 10 de Enero.

Ahora, hablando de lo estrictamente futbolístico y de acuerdo a lo acontecido en TODO el 2010, año donde tuvo lugar la COPA DEL MUNDO, debo decir que NO estoy de acuerdo con los 3 jugadores que fueron seleccionados para alcanzar dicho reconocimiento. Y con esto no estoy diciendo que no lo merezcan, porque los 3 son jugadores impresionantes, que admiro y elogio cada que los veo tocar la melodía en la que se convirtió el Barcelona de los últimos años.

LOS QUE FALTAN

Pero aún siguiéndolos y aceptando plenamente las capacidades de los 3 elegidos, no puedo creer que entre los finalistas del premio que elige al mejor futbolista del año, no esté EL MEJOR JUGADOR DEL MUNDIAL que se jugó precisamente en el 2010. Hablo de Diego Forlán. Ese delantero que todos admiramos. Ese Charrúa que con su garra y goles llevó a Uruguay a Semifinales del evento más importante del planeta.

Además, y para acrecentar mi decepción ante su No-aparición entre los nombres de los llamados a ser el mejor, debo decir que ‘Cachabacha’ Forlán no solo hizo lo que hizo con su Selección y fue uno de los goleadores, además de mejor jugador del Mundial. Diego fue doblemente Campeón en su club, el Atlético de Madrid de la otrora Copa UEFA, ahora llamada EUROPA LEAGUE y completó su fantástico año consagrándose en la Recopa de Europa, derrotando al encopetado y favorito Inter de Milán. ¿Se entiende mi desconsuelo entonces?. Me tomé el trabajo de averiguar cuándo el mejor jugador del Mundial no había sido finalista del Balón de Oro de ese respectivo año y sólo pasó una vez en 1986 cuando, obviamente el mejor del Mundial fue Diego Maradona, y luego no hizo parte de los finalistas del Balón de Oro. Pero, como diría MISTERCHIP, OJO AL DATO: En ese año el Balón de Oro se daba a jugadores Europeos, por lo que ‘El Pelusa’ no podía aspirar a él. Por esta razón, me cabrea más la decisión de no incluir a este crack en esta selección. Más merecido no lo puede tener. Injusto.

También hay este año un jugador impresionante que por cosas del destino (¿?) no integró la terna de los selecionadores: Wesley Sneider. Si había un jugador, además de Forlán, que merecía estar presente ahí era él.

El 2010 para el mediocampista Holandés fue un año de contrastes. Un año que lo llevó de la alegría más grande a la tristeza más profunda. Campeón del Triplete con su club, el Inter de Milán (Champions, Liga y Copa), mejor Centro de Europa y subcampeón del Mundial en donde además fue uno de sus goleadores, parecen ser insuficientes para aspirar a dicho premio. Otra injusticia.

Son estas razones y unas más que se me escapan, las que me hacen pensar que este año EL BALÓN DE ORO perdió todo fundamento. Pero igual no soy nadie y el premio será entregado tal cual estaba previsto. Por lo menos me desahogué.

Pdt 1: A Messi no lo debieron de haber siquiera preseleccionado como finalista. Él solito debería tener un premio aparte y ganárselo siempre.

Pdt 2: Según La Gazzeta delo Sport, el MARCA Italiano, Andrés Iniesta es el ganador del Balón de Oro 2010.

jueves, 11 de noviembre de 2010

-Amazing-

Entrada eterna dedicada a los videos más increíbles, impactantes, emocionantes, curiosos, sobresalientes, aberrantes o graciosos que vaya viendo en la Red mientras navego.

Espero que os guste esta nueva sección de Diarios en Pantaloneta

3. Impresionante. Cómo sería el nacimiento de Jesus con las tecnologías actuales.





2. Ya saben, una mano en el ratón, y la otra encima del cajón. Y la puerta siempre abierta de la habitación.





1. Empecemos con esta joyita de la nueva Perla de la cantera del Valencia, Isco. Golazo

martes, 2 de noviembre de 2010

De la legalización



Es cerca de media noche y los principales medios informativos (?) dan al NO como ganador en el referendo Californiano que pretendía legalizar el porte, consumo y siembra de marihuana.
El tema, que viene siendo tratado con una gran intensidad desde hace varias semanas, puede parecer intrascendente para muchos, pues la medida "solo" afectaría a un Estado de los Estados Unidos. El mundo estaría a salvo, dirían los más conservadores. Pero lo que es verdad es que, sí, la ley solo podría disfrutarse en ese gran estado de más de 35 millones de habitantes, pero las repercusiones de su posible aceptación, llegarían a todas las partes del mundo que, increíblemente, todavía ven el consumo de la marihuana como un problema mayor.

Creo que es una redundancia decir que estoy absolutamente a favor de la legalización de la maracachafa. El ser humano debe ser plenamente libre y la consciencia, aunque muchas veces parezca faltar, nos permitirá saber qué está bien y qué está mal; Qué queremos y qué no queremos; Qué nos parece bien y qué nos parece mal. En eso, en la capacidad de elección, es en lo que nos diferenciamos de los animales. Entonces, así como podemos elegir si beber o no, así como podemos elegir entre un candidato u otro en unas elecciones, así como podemos escoger entre 2 libros que queramos leer, también estamos en capacidad de elegir si queremos o no meternos una trabadita, que no está muy lejos de una emborrachada, por ejemplo.


Muchos califican la propuesta californiana de arriesgada; otros la tratan de indigna; algunos más acertados la tildan positiva. Yo la considero progresista. El sólo hecho de generar el debate que ha generado es de por sí más positivo que una posible aceptación. El mundo avanza a pasos agigantados, y así mismo deben ser los pasos que den los gobiernos de turno, pues es una necedad que el pueblo vaya por delante de sus leyes. La armonía entre la legislación y el pensamiento del pueblo es una virtud que haría mucho mejor la sociedad moderna. ¿De qué vale el pensamiento liberal de un joven si su propio país no le permite vivir tranquilamente?

Hace un poco más de 10 años, la corte constitucional Colombiana, con ponencia del entonces Magistrado Carlos Gaviria (Maldita sea la hora en que decidió ser político), legalizó el consumo mínimo de droga, la llama Dosis personal era ahora legal. Sin duda alguna fue un triunfo grandísimo, que puso a Colombia a la par de las más avanzadas sociedades mundiales. No era legal su porte, ni fabricación en "grandes cantidades", pero por lo menos consumirla no era considerada delito. Era legal fumarse un porrito. Fue esa una batalla ganada en la larga guerra de la legalización. Pero el huracán Uribe también pasó por allí. Y también, como casi lo hizo con todo lo que tocó, volvió añicos lo poco bueno que se había logrado respecto del tema. ¿La consecuencia? Otra vez el consumo de la yerbita se equiparó al robo de un celulares o a una lesión personal. Otra vez se consideró un delito. ¿La razón? Uribe no daba razones.

El retroceso es evidente y mientras el mundo avanza, Colombia está atascada en un conservadurismo irracional que hace caso omiso a una de las premisas que rezan en su escudo: La libertad.


Algún día tiene que ser legal y de eso estoy completamente seguro. No sé si se tardarán 1, 10 o 50 años, pero llegará el día en que se abran los ojos y se le quite el veto de prohibido a una práctica que debería ser considerada normal. Ejemplos que pueden acompañar la tesis de la legalización hay muchos, pero quizás el más ilustrativo es el del consumo del alcohol, que para la década del 30 era considerado como un delito. Ahora es legal y hasta patrocina el deporte más popular de este país. Ya nadie le pone un pero a tomarse un aguardiente al frente de un niño. Y nadie verá raro a alguien que le pida candela para prender una patica en un parque. Es sólo cuestión de tiempo, porque el consumo de marihuana, como el de alcohol, debe ser el resultado de una elección. Yo decido si fumo o no. Comprobado está que es incluso menos dañina que el mismo cigarrillo, entonces los reproches acerca de su peligrosidad están desechados.

El problema aquí es de moral. De la falsa moral que nos cobija y no nos deja avanzar. Pero, no sé si gracias a Dios o lastimosamente, la moral es endeble, y poco falta para que se acomode de otra manera. Al fin y al cabo, el grado de moral de nuestros gobernantes, (y porque no decirlo, de todos en general), se puede contar en pesos, y cuando ellos lo consideren apropiado para sus interese$, cambiarán. Es fácil, así funciona.

Para terminar, debo decir que todo lo debatido hasta ahora, y en adelante todo lo que se diga acerca de la legalización o no de la marihuana, es un debate completamente inocuo que solo dejará consecuencias románticas en los que creemos en la libertad del individuo. Si de verdad algún gobierno quiere parecer arriesgado, proponer esto mismo pero referido a un polvito blanco es lo que debe hacer. Éso si sería casi que temerario, porque legalizar al verdadero rey del mundo es una empresa que aguarda por el valiente que se atreva a emprenderla.










miércoles, 27 de octubre de 2010

Fantasías Mundialistas



Esta vez las lineas no las escribiré yo. Con enorme placer, doy paso a un delicioso relato escrito por mi buen amigo Jorge Loaiza.

Imperdible y emocionante. Recomendadísimo.



Fantasías mundialistas

Todo pasó tan rápido que aún me cuesta terminar de creerlo. Eran días oscuros. Decían que el gobierno de Santos iba a ser muy positivo, pero para la mayoría del país, eso resultó ser falso. En lo personal, el negocio andaba quieto, los denarios no alcanzaban pa’ un carajo y estaba vetado en los escenarios cuenteriles de la ciudad por andar despotricando de nuestro magnánimo mandatario. La desesperación era tanta que estaba a punto de volver a ser religioso.

Hasta que llegó aquel impredecible mensaje de mi amigo Clemens, un neozelandés que conocí cuando vino a Colombia a un plan de intercambio universitario. Me contaba que había renunciado a su empleo, decidido a buscar nuevos horizontes para no tener su tiempo atado a una empresa nunca más. Y me anunciaba una pronta visita, pues quería volver a esta tierra que tan fascinante le había parecido. “Tenemos que ir de nuevo a ver al Rojo en la norte”, escribió el rubio a manera de despedida que anticipaba el encuentro.

Pocos días después, salíamos del coloso de la 74 abrazados, rojos hasta los ojos, de saltar y celebrar con el Poderoso, mientras fumábamos la pipa de la paz. Fue un 4-1 al Junior, que él festejó como el más ferviente hincha. Y es que era bien futbolero el Clemens. Se enamoró del Medallo porque tenía en su uniforme los colores de la bandera de su país y lo seguía a distancia gracias a las noticias que encontraba en la red. Ahora le resultaba casi increíble estarlo viendo de nuevo. Cantaba en la tribuna, después de finalizado el partido, sin querer irse. “Vamos por unas polas”, dijo en su enrevesado español y pronto estuvimos brindando con la bebida de los obreros.

Entre birras y plones hicimos el obligado inventario de nuestras vidas: los trabajos, los días, los amores, los recuerdos. Casi sin querer llegamos al tema político. Él sabía que las cosas no iban bien por estos lados… Bueno, cualquiera con dos dedos de frente podía percibir que el malestar flotaba en el aire. Entonces me la soltó: “Jorge, yo no quiero trabajar más para empresas. Quiero un negocio propio para ser como el Medellín: independiente… Y para montar un negocio, nada mejor que contar con un paisa”. No lo pensé mucho: nada tenía que perder. Le conté a la niña de los labios de rubí, con la firme convicción de que mis primeros ahorros serían para enviarle a ella los tiquetes. Hice maletas y arranqué. Rumbo a Wellington, sí señor.

Nueva Zelanda vivía una fiebre de fútbol irrepetible en su historia. La decorosa actuación alcanzada en el mundial de Sudáfrica había entusiasmado a las nuevas generaciones por la práctica del deporte de multitudes. Con Clemens habíamos hablado de invertir en un restaurante, pero viendo ese auge futbolero que se vivía en la nación oceánica, decidimos cambiar de planes. En un par de meses tuvimos todo listo para inaugurar nuestro flamante negocio: Canchas sintéticas: “The Kick”. La idea no pudo ser más exitosa. Nuestro local exigió la instalación de un restaurante. Medio Wellington venía a visitarnos, bien fuera a jugar, a tomarse una cerveza, a escuchar las historias futboleras del administrador. Las mías, obviamente.

Y un enamorado del fútbol como yo, no iba a privarse de jugar de vez en cuando. En mis horas libres, pasaba de las oficinas a la sintética, donde descollaba por mi talento. Bueno, se pueden imaginar lo que significaba el sabor latino entre un montón de neozelandeses neófitos. Las niñas le hacían bulla a cualquier gambeta mía, los manes me pedían consejos para patear y hasta hice popular la tradicional celebración de mis anotaciones, con vuelta canela incluida. Aún así me costó creerlo cuando Mr. Geoffrey Taylor me invitó a hacer parte del equipo que estaba conformando en la Victoria University of Wellington. Lateral derecho. Dueño de los cobros con pelota parada. Capitán en honor a mi veteranía: 32 pirulos y todavía corría a la par con universitarios. Sí, sin duda alguna, ídolo de nuestra incipiente afición.

Salimos campeones nacionales universitarios. Todo Wellington venía a “The Kick” a tomarse fotos conmigo, a pedirme consejos si era futbolista activo, a compartir alguna recochita en la que me metía a jugar cuando no estaba en competencia. El equipo de la ciudad andaba caído en la liga y tras nuestra destacada campaña, las directivas buscaron a Mr. Taylor para que se encargara del Team Wellington. Las puertas del profesionalismo en el fútbol se abrieron para mí cuando tuve la edad de Cristo. El mío no era el sueño del pibe, sino el del cucho. Sí, jugábamos en un estadio con capacidad para 5 mil espectadores, mis actuaciones sólo se veían en Colombia por medio de mi perfil de facebook, en pequeños resúmenes captados con cámara casera… Pero al fin podía decirlo sin temor a faltar a la verdad: “¡Mamá: estoy triunfando!”.

Había hecho una nueva vida en Nueva Zelanda. El negocio de Clemens producía fortunas. La niña de los labios de rubí se había instalado a mi lado. Conseguí la ciudadanía neozelandesa. Salimos campeones de la liga en 2013. La selección nacional había conseguido sin problemas ganar el cupo al repechaje para el mundial brasilero. Pero el reto, resultaba mayúsculo: había que vencer a Australia para estar en la cita orbital. Los canguros siempre habían tenido paternidad sobre mi patria adoptiva. Después de firmar un suculento traspaso del Wellington Team a un equipo coreano, llegó mi llamado a la selección.

Tras un empate a cero tantos en Sydney, 35.000 espectadores colmaron las tribunas del Westpac Stadium esperando la gesta heroica que nos diera el tiquete a Brasil. 87 minutos habían transcurrido y las defensas seguían siendo superiores a las delanteras. Un cambio de frente llegó con precisión hacia mi costado. Amortigüé con el muslo, enganché hacia adentro, me disponía a rematar cuando fui derribado en el vértice del área por un central australiano. Penal que el árbitro sancionó sin dudar. Tomé el balón. Elegí el ángulo izquierdo superior del portero. Golazo. De pica barra. Estábamos en Brasil y yo tenía un lugar reservado en la historia del fútbol neozelandés. Era héroe nacional y portada de todos los periódicos.

Llegamos a Brasil sin que ninguna responsabilidad pesara sobre nosotros, pero con una especial expectativa por lo que pudiéramos hacer después del histórico empate logrado frente a Italia en el anterior mundial. Debutamos contra Holanda y tuvimos suerte. Un férreo planteamiento defensivo y una gran actuación de nuestro portero nos permitieron mantener el cero y sumar nuestro primer punto. Intercambié camiseta con Arjen Robben y me fui con amarilla por un cruce de palabras con Van Persie (agrandado, trató de hacerme un túnel y creyó que yo no le iba a decir nada). Nuestra segunda salida fue la gloria: Vencimos 3-1 a Japón. Estuve impasable por mi costado y cobré un tiro de esquina templado que nuestro centrodelantero Chris Wood empujó de cabeza hacia las redes para anotar el segundo gol. En la agonía del partido cobré un tiro libre impecable que significó el tercero. Me calificaron con 8 puntos y para FIFA.com fui la figura de la cancha.

En el partido que definía nuestra clasificación a octavos, nos correspondió jugar contra una sorprendente selección de Colombia. Los dirigidos por Leonel Álvarez habían debutado goleando a Japón y luego dieron el batacazo del grupo, venciendo a una Holanda venida a menos por problemas internos. Con un empate, ambos equipos estaríamos del otro lado. A 10 minutos del final, el encuentro registraba igualdad a un tanto. En juego simultáneo, Holanda goleaba 5 a 0 a los nipones. Colombia logró una combinación rápida y precisa. Un centro que llegó por mi costado, sorprendió la espalda de los centrales y Jackson Martínez anotó el gol que nos sacaba del mundial. Ese gol debió gritarse más en Ámsterdam que en el país cafetero. Nos jugamos los restos en ataque, pero nada parecía abrirnos la puerta del arco tricolor.

Entonces tuve que apelar a mi naturaleza latina. Teníamos un intrascendente cobro a favor en mitad de campo y el tablero del cuarto juez marcaba un exiguo minuto de descuento. Dejé la pelota para que ejecutara el cobro uno de los centrales y corrí despavorido hacia el área rival. Busqué a Leyton Jiménez y le dije al oído: “hey, morocho pecoso, soy de la tierra, yo iba a verte a norte… No me dejés morir… A ustedes les da igual ganar que empatar”. Más que un agarrón de camisa, lo que hizo Jiménez en contra mía fue un tacle de rugby. Gigante. Ni Óscar Julián Ruíz se lo hubiera podido tragar. Tomé el balón. Elegí el palo. Caminé despacio. Ejecuté a la izquierda. Ospina se la jugó al palo contrario. No me moví. Me dejé caer sobre el punto penal y allí mismo me abrazaron mis 10 compañeros, que parecían ser la nación neozelandesa en pleno, volcada sobre mí. De la tribuna caía un rudimentario “Loaiza, Loaiza, Loaiza”, casi ininteligible. El juez pidió el balón y continuamos con el festejo.

Del resto, prefiero no acordarme. No pude jugar el partido de octavos. Cuatro días después de mi proeza, estaba de regreso en Wellington. La opinión pública neozelandesa no reprochaba mi actuación; al contrario, solidariamente parecía compadecerse de mi equivocación. Dejé el fútbol como actividad de competencia. Volví a “The Kick”, al lado de mi socio Clemens y sólo podía dedicarle mis goles de recocha a la niña de los labios de rubí. Traté simplemente de llevar una vida normal. Pero jamás olvidaría aquel instante fatídico en que fui designado para la prueba del doping. Ah, malditos delantales blancos de los laboratoristas. Maldito positivo. No era falso, pero maldito igual. La muestra arrojó vestigios de THC. ¿Qué le pedían a un pobre ser humano? ¿Abstenerse de un porro en una playa brasilera hecha carnaval, el día previo a un juego en el que se cumplía su sueño de hacer parte activa de un mundial? Que se jodan. Parece que para ser futbolista hay que dejar de tener vida y de eso sí no fui capaz.

*Columna original del grupo Es muy bonito, es muy hermoso, ser un buen hincha del Poderoso.

lunes, 18 de octubre de 2010

No necesito que estés arriba..

“No necesito que estés arriba para quererte glorioso DIM”. Eran los 90’s. Crecí escuchando esta arenga y siendo víctima de los que, sin entender lo que sentimos, nos gozaban recordándonos cuántos años llevábamos a cuestas sin celebrar un título. No me importaba. Lo cantaba y lo copiaba en la parte de atrás de mis cuadernos en el colegio. Muchas veces lo acompañaba también con ese escudo maravilloso que lucía, orgulloso e imponente, sus 2 estrellas. Hoy lo sigo cantando. Ahora me doy cuenta que es verdad: Yo para querer a ese equipo no necesito que esté arriba. Tan sólo necesito que esté.

Aprovecho estas líneas para hacer una confesión de esas que tienes que hacer antes de que otro las haga por ti, tratando de dañarte. Pequeño, tan pequeño que hasta me cuesta recordarlo claramente, fui seguidor de Nacional. No me atrevo a llamarme hincha porque ese “cariño” hacía el equipo de la vereda del frente nunca fue siquiera grande. Era una simple simpatía acuñada por un tío verde y por la “presión” de mis amiguitos de infancia. Tengo que aclarar que mi papá es hincha del Medellín, pero también debo decir que, lastimosamente, él nunca me inculco el amor por el Rojo. Punto negativo para su labor como tutor, porque eso lo debemos tener todos muy claro, hijo que tengamos, hijo rojo.

Pero como todos los errores tienen solución, éste también lo tuvo, y no me tocó esforzarme mucho para remediarlo. Hay que agradecer que la sangre que nos recorre sea roja, como también lo es nuestro corazón. Esta pasión hala y hala hasta que ya no podemos hacer nada para remediarlo. Así, llegó el día en que, sin saber por qué, terminé escuchando un partido del Medellín por radio y celebrando por lo bajo sus goles. Llegó ese día en que, asombrado, quise que el arco de Miguel Calero fuera vencido por cualquiera que se atreviera a rematar. Entonces ya no pude hacer nada y elegí ser hincha del Independiente Medellín.

Por lo menos sé que, como yo, hay muchos que le pasó lo mismo. El amor hacia el DIM es alegría y pasión, y esto termina tarde o temprano saliendo a flote. Las puertas de mi equipo están abiertas para el que quiera sentir lo mismo que sentimos en “La danza del sol”. Y no hay que decir que están cerradas para el que quiera irse, porque eso no va a pasar. Tranquilos, las dejamos abiertas de par en par. No conozco Rojo alguno que haya desertado de este amor.

lunes, 23 de agosto de 2010

La indiferencia de los buenos


En Chile, 33 mineros fueron encontrados con vida luego de 17 días en los que permanecieron enterrados desde que la mina en la que trabajaban colapsó. Desde el día del infortunio, el presidente Sebastián Piñera tomó la riendas de la investigación y lideró el arduo trabajo, en compañía de múltiples técnicos especializados y centenares de obreros, que gracias a Dios terminó, por ahora, con un final feliz. Todos están con vida y Chile entero celebra, como si su selección hubiera quedado por primera vez campeona del mundo, el hallazgo de estos hombres. Los 33 mineros han logrado sobrevivir hasta ahora comiendo, día por medio, unas pocas cucharadas de atún y un poco de leche. Los organismos encargados de su rescate pronostican que la tarea de sacarlos puede tardar entre 3 y 4 meses, lo que hace que este acontecimiento todavía no tenga un final claro.


Pero lo anterior, aún causándome mucha alegría, no es de verdad lo que más me impactó. Fue la respuesta de todo Chile, empezando con el presidente y pasando por cada uno de sus habitantes, ante esta tragedia lo que más llamó mi atención. Desde el primer día la búsqueda de los mineros fue la prioridad número uno -La vida por delante de todo-. El Estado, la prensa, los deportistas, y en general toda las personas del común, asumieron este problema como propio y así trabajaron para solucionarlo. La prueba de esto fue la hermosa reacción que hubo cuando se conocieron las primeras imágenes que mostraron a estos héroes vivos. Con todos los canales con señal en vivo, las redes sociales colapsadas con el tema y una montaña de noticias en Internet, los chilenos en las calles de todo Chile, celebraban, a una sola voz, la esperanza y la vida.


Ese día quise ser Chileno. Ese día, como muchos otros, no quería ser Colombiano.

Contrastando con los "¡viven!", "¡están vivos!" y demás cantos de felicidad venidos del país austral, pensé, como muchos otros compatriotas, en Amagá y en sus victimas, también de una mina. Ellos no contaron con la suerte de sobrevivir. Fueron 74 los mineros que perdieron su vida en una maldita mina que no cumplía con los estándares necesarios de seguridad y que, aun así, funcionaba. Una tragedia grandísima que para la mayoría pasó casi que inadvertida. La prensa se encargó de dar la información que consideró "necesaria", el presidente y los altos funcionarios dijeron dos o tres palabras expresando su pesar y hasta ahí. Pare de contar. Amagá quedó otra vez en el olvido. Las familias de las víctimas abandonadas y hasta el presidente del sindicato de los mineros, que se suponía emprendería acciones legales para la reparación y que denunciaría varias irregularidades que se presentan en las minas del país, fue vilmente asesinado.


Muchas veces me da rabia Colombia. No entiendo por qué no podemos ser como Chile, por ejemplo. Siempre voy a afirmar que lo que nos tiene así de mal en este país es la indiferencia de todos ante lo que nos sucede día a día. Ese "no me importa siempre y cuando no tenga que ver conmigo". Esa falta de solidaridad. Ojalá algún día aprendamos y rememos todos para el mismo lado, y por fin, seamos una verdadera nación.

Razón de sobra tenía Martin Luther king cuando dijo: "Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos"





jueves, 12 de agosto de 2010

De la violencia


Qué triste despertar tuvo hoy Colombia. El terrorismo hizo su triunfal regreso y, aunque no hubo víctimas, el miedo que se creía superado, volvió a aparecer.


El carro-bomba que explotó esta mañana al frente de las instalaciones de Caracol Radio es sólo la punta del iceberg. Nunca hemos superado la violencia. Ni antes, ni con Uribe, ni ahora. Lo que había era un espejismo que nos hacia pensar en la paz como algo que por fin había llegado, desconociendo lo lejos que estábamos. ¿Acaso la violencia son sólo bombas y pescas milagrosas?. Para no ir muy lejos, en el día de ayer (11 de Agosto), la Comuna 13 de Medellín vivió uno de sus días más violentos del año. Más de 3 horas de tiroteo constante a plena luz del día entre los combos que se disputan el control territorial, interrumpió la vida normal de estas miles de personas que lastimosamente ya ven estos hechos como "normales". La presencia de la policía y del ejército se hizo necesaria y a esta hora un niño sufrió un impacto de bala que lo debate entre la vida y la muerte.


Entonces no nos digamos mentiras. La violencia, a lo largo de todo el territorio nacional no se ha ido. Es más, cada vez está más fuerte y goza de mejor salud. Y no es la hora de echarle la culpa a éste o a aquél. La culpa no es de nadie. La culpa es de todos.


miércoles, 23 de junio de 2010

¡Cómo me dueles, Colombia!

Empiezan 4 años de lo mismo. Colombia eligió la continuidad macabra de lo que ya está viviendo, y aunque no entiendo el por qué, debo aceptar, a regañadientes, que esta es la democracia (la terrible y peligrosa democracia) que tenemos. Éste es el presidente que nos merecemos.


La bandera de JuanMa empezó siendo Uribe y terminó siendo la Unidad Nacional que proclamó a los 4 vientos. Así, vuelve una nueva versión del frente nacional, que tiene como agravante la no rotación del poder, como se hacía en el siglo pasado cuando Liberales y Conservadores jugaron a su antojo con la presidencia. Ahora será una sola figura la que ostentará todo el poder. Esta persona tendrá como requisito principal ser Uribista, o por lo menos parecerlo. Y esto va para largo, porque así lo quiere la clase politica que maneja a Colombia. Además, al parecer, también 9 millones de Colombianos lo aprueban. ¡Qué peligro!

Quienes conforman esta romántica Unidad Nacional gozarán del reparto de la gigante torta burocrática en la que se ha convertido Colombia. Y lamentablemente, a este despreciable grupo de partidos políticos carroñeros, se han unido los Liberales, que tiran a la basura 8 años de oposición. ¿Dónde quedó el honor del partido Liberal? ¿Dónde va a quedar su vocación de poder? ¿Ahora se conformará con un par de ministerios y alguna docena de licitaciones del nuevo gobierno? ¡Qué lastima! Porque soy uno de los muchos que aún creen en la ideología liberal, y también me da tristeza que regalen el partido de esa manera. Un partido que ha tenído tantas batallas a lo largo de su historia, que ha sido cuna de grandiosos politicos como Galán o Gaitán y que representa el pensamiento de millones de Colombianos no puede terminar así. Porque es el fin del partido Liberal. Como también tuvo ya su ocaso, hace varios años, el partido Coservador. El Uribismo y la ambición acabaron con los partidos tradicionales.

Tristemente hay que decir que es el nuevo gobierno de Unidad que JuanMa nos invita a seguir la puerta de entrada al fin de la ya degrada y golpeada democracia Colombiana. La oposición, sin el Liberalismo, estará en manos de un Polo debilitado y cada vez más reducido, y de un joven partido Verde que apenas está aprendiendo a no estar de acuerdo. Será una oposición simbólica.
Además, ¿Dónde va a quedar el equilibrio de poderes cuando las altas cortes, el fiscal general, la junta directiva del banco de la república, el procurador general, el Congreso, entre otras instituciones están o estarán estrechamente relacionadas con el ejecutivo?

Es un hecho que el Uribismo mutará al peligroso Santismo. JuanMa asegura seguridad en las carreteras para que los colombianos de bien puedan ir tranquilos a las fincas en sus carros; Además nos garantiza espectaculares rescates de secuestrados cada 2 años. Pero también traerá consigo la destrucción interna de lo poco que queda del estado Colombiano. ¡Cómo me dueles, Colombia!

lunes, 14 de junio de 2010

El poder del Mundial

Es la hora del mundial. Por fin, después de 4 largos años, los que amamos el deporte más hermoso del mundo podemos disfrutar de su fiesta de gala. Y lo mejor es que esta cita no solo toca a quienes la esperamos y por ende vivimos unas largas eliminatorias, añoramos el sorteo y llenamos las pollas. No. El mundial es de todos y para todos. Sólo el mundial tiene el poder de transformar la vida cotidiana por un mes entero, convirtiendo todo en fútbol y haciendo que la vida de todos tome forma de pelota.

Atrás quedó el derrame de crudo en el golfo de México y la grave crisis Griega; El escándalo de los crimenes atrócez perpetuado por el macabro ejército Israelí pasó casi desapercibido y las denuncias contra el escrutinio de los votos de las elecciones del 30 de Mayo ni se mencionan. Sólo el mundial tiene el poder para hacer esto y más si es en Colombia, en donde la prensa es experta en utilizar este tipo de eventos como un maquillaje perfecto que evite mostrar a los Colombianos la verdadera Colombia. Eso si, las liberaciones y los acuerdos de la nueva "unidad nacional" si están a la orden del día. Al fin y al cabo este es el pais del sagrado corazón.


Pero es de lo que envuelve al fútbol y del poder que tiene el mundial de lo que quiero hablar. Sólo la copa del mundo tiene el poder de unir de verdad a una familia en torno al televisor y de evitar que el control sea motivo de pelea en las parejas. Sólo el mundial logra que las mujeres se apasionen por este deporte, así sea viendo a los jugadores europeos que "están muy buenos". No importa, se interesan y eso a los hombres nos gusta. Además, también tiene el poder de hacerme madrugar por gusto. Algo increible. Pero definitivamente lo mejor que tiene el mundial es la amistad. En estos días el fútbol fortalece la hermandad de todos los que tenemos en común el amor a este deporte y despierta en quienes no la pasión por la pecosa.


Luego hablaré del desarrollo del torneo como tal. Aun esta muy temprano para hacerlo y ya hay gente que tiene el descaro de descalificarlo diciendo que es el peor mundial por el nivel que han mostrado los equipos. Espérense, que esto apenas esta empezando. Más bien, hagan como yo, disfruten y piensen que estos días de fiebre de fútbol sólo se viven 1 mes cada 4 años.

¡Que el hombre no separe lo que el fútbol ha unido!



Pd: Quiero felicitar al gobierno por las últimas liberaciones. Muy oportunas, por demás. Creo que JuanMa está más felíz que la familia del General Mendieta. Eso es lo lindo de la libertad, que todos la celebramos de algún modo. Aunque de verdad, me alegra que se acabe el sufrimiento de estas personas. Ni un solo secuestrado más, por dios.

martes, 8 de junio de 2010

La doctrina del miedo


Lastimosamente el miedo siempre es más grande que la esperanza. El temor de un pasado que no se quiere repetir, y el escepticismo a lo que puede llegar a ser mucho mejor, triunfa frente a las cosas nuevas y a veces desconocidas que el destino nos pone al frente invitándonos a tomarlas mientras creemos en ellas. Esa frase que reza que es mejor malo conocido que bueno por conocer aplica perfectamente a lo que vive actualmente Colombia. Una considerable mayoría prefiere seguir viviendo con lo que ellos consideran que está bien, en ese espejismo que se ha convertido la tranquilidad del colombiano común -ese que cree que mientras pueda ir a la finca en el carro y sin el riesgo de caer en una pesca milagrosa no hay ningún problema-. Pero el problema no es sólo eso. Lo grave es que le cierren la puerta al cambio. Un cambio que en estas elecciones no sólo estaba representado en Antanas Mockus, con su propuesta de apostarle fuertemente a la educación y la legalidad, sino que también tenía representación, un poco más radical, en el candidato del Polo Gustavo Petro y un poco más “liberal” a Rafael Pardo.

La seguridad ha tomado el papel principal en la agenda nacional desde El gobierno de Pastrana y su infortunado proceso de paz con las FARC. Aprovechando el desastre aparece Álvaro Uribe con su figura mesiánica, y con su “mano firme y corazón grande” devuelve la tranquilidad al pueblo que veía como un grupo de bandidos ponía en peligro la vida de todos. Pero de Uribe ya tendré tiempo para escribir y contar por qué creo que no fue el excelente presidente que todos creen que fue.

Tomando la bandera Uribista, aparece la figura de Juanma, el ministro estrella y estrellado del gabinete. El responsable de la cartera que maneja el tema de seguridad y quien tuvo aciertos tan publicitados como la operación jaque, pero quien también estuvo involucrado en escándalos tan graves como el asesinato de miles de jóvenes a manos del ejército. Los falsos positivos. Él encarna el lado más oscuro del presidente, es quien asegura un continuismo maquiavélico de las políticas estrellas del actual gobierno y además, como nueva frase de batalla, es quien promete un gobierno de unidad nacional, que para muchos, en los que me incluyo, sería el renacimiento del frente nacional, un retroceso descomunal en las aspiraciones nacionales de consolidar una democracia en la que participemos todos. Qué lejos que estamos..

Volviendo al miedo y, que coincidencia, hablando de Santos, debo comparar la actualidad política colombiana con lo que sucedía en los Estados Unidos en la era Bush luego de los ataques terroristas del 9-11, cuando el miedo que primaba en los votantes reeligió al presidente republicano. Las consecuencias todos las conocemos, el anterior gobierno gringo salió por la puerta de atrás, con una aceptación popular bajísima luego de muchos escándalos relacionados con violaciones de derechos humanos en las estúpidas guerras de Irak y Afganistán, hechos que le abrieron la puerta de par en par al demócrata Obama. Eso nos debería servir de escarmiento a los colombianos. Elegir por miedo, por seguir inmersos en una seguridad ficticia, no es el camino y mucho menos cuando se tiene la convicción de que todo vale – El fin que justifica los medios- ¡Qué miedo!


No voy a decir que los Santistas son ignorantes porque al fin y al cabo hay que respetar las opiniones de todos, ellos tendrán sus razones que pueden llegar a ser válidas. Además esto es, así no parezca, una democracia y yo aun creo en ella. Aunque aclaro que el respeto y la tolerancia se me acaban cuando escucho o leo comentarios que descalifican a un candidato basados en hechos intrascendentes o en su vida privada. Los que hacen eso no son ignorantes, son imbéciles.

Faltan dos semanas y la suerte de Colombia está en las manos de todos nosotros, en los que creemos que todo puede de verdad ser mejor. Como es más que obvio, yo me la juego por la educación y la legalidad. Ese es el camino que este país, tan acabado por las mafias, la corrupción, las picardías y sobre todo por la indiferencia, necesita tomar. Yo voy con Mockus y Fajardo porque la doctrina del miedo no puede ser otra vez la vencedora. El camino es la esperanza.

Y en la ñapa de hoy, viene Juanma en una ronda de chistes

viernes, 4 de junio de 2010

El mundial de las vuvuzelas

Se respira mundial por todas partes. Desde la mañana hasta la noche todo tiene algo que ver con la cita deportiva más importante del planeta. Hasta las elecciones de presidente, que tanta prensa acaparan, pierden terreno frente al evento que los que amamos el fútbol esperamos con ansias cada 4 años. Y eso que la Selección Colombia no clasificó, ¡qué tal hubiera sido!

Entre más crezco, más disfruto los mundiales. No voy a decirles que me acuerdo del mundial de USA 94 porque sería decirles mentiras. Mi primer recuerdo de un campeonato del mundo es en FRANCIA 98, con el televisor en la sala y bombas adornando toda la casa, mis tíos, mis papas y yo, veíamos tristes como la selección perdía ante Inglaterra con un golazo de Beckham. Colombia quedó, otra vez, eliminada en primera ronda y la desazón era total. Mal agradecidos éramos, pues ahora que no volvimos a ir a un mundial nos damos cuenta de que lo importante no es ganar ni pasar de ronda, eso dejémoselo a Brasil o Argentina, lo verdaderamente importante es ir.

De Corea-Japón sólo voy a decir dos cosas: El amor al fútbol a mis 12 años ya era tan grande que casi que diario me levantaba a las 3am a ver cada partido transmitido. Y Ronaldo, con su peculiar y recordado motilado metiendo goles y más goles, agrandando el mito, conduciendo a Brasil a su quinta corona y llevándome a mí a idolatrarlo hasta el punto que aun hoy le sigo considerando el mejor jugador de la historia.

En Alemania el mundial me cogió un poquito más grandecito, y por consiguiente lo disfruté más. Los horarios eran perfectos y los equipos daban la esperanza de ver un fútbol muy vistoso, aunque al final, con Italia campeón, triunfó lo defensivo. Fue el mundial de la cerveza y la amistad…Y del cabezazo de Zidane.

Ahora llega Sudáfrica. Vuelve la alegría del fútbol. Una ilusión colectiva que invade a todo el planeta, sin importan condiciones económicas, creencias religiosas o posiciones políticas. Esperemos que sea lo que todos los aficionados esperamos, una fiesta. Pasar de las laminitas del PANINI a ver el balón rodando me emociona, como lo hará el primer gol que celebraré sin importar el autor y como lo hará el campeón sin importar quién sea. Ojalá los ganadores de este mundial seamos todos. Ojalá el fútbol logre unir lo que ninguna otra cosa en el mundo ha logrado unir.

Démosle entonces la bienvenida a La Copa del Mundo SUDÁFRICA 2010, el mundial de las vuvuzelas*

* Trompeta larga que emplean los aficionados al fútbol en Sudáfrica para animar a sus equipos.


Ñapa: Este es el logo oficial del próximo mundial: BRASIL 2014