Aprovecho estas líneas para hacer una confesión de esas que tienes que hacer antes de que otro las haga por ti, tratando de dañarte. Pequeño, tan pequeño que hasta me cuesta recordarlo claramente, fui seguidor de Nacional. No me atrevo a llamarme hincha porque ese “cariño” hacía el equipo de la vereda del frente nunca fue siquiera grande. Era una simple simpatía acuñada por un tío verde y por la “presión” de mis amiguitos de infancia. Tengo que aclarar que mi papá es hincha del Medellín, pero también debo decir que, lastimosamente, él nunca me inculco el amor por el Rojo. Punto negativo para su labor como tutor, porque eso lo debemos tener todos muy claro, hijo que tengamos, hijo rojo.
Pero como todos los errores tienen solución, éste también lo tuvo, y no me tocó esforzarme mucho para remediarlo. Hay que agradecer que la sangre que nos recorre sea roja, como también lo es nuestro corazón. Esta pasión hala y hala hasta que ya no podemos hacer nada para remediarlo. Así, llegó el día en que, sin saber por qué, terminé escuchando un partido del Medellín por radio y celebrando por lo bajo sus goles. Llegó ese día en que, asombrado, quise que el arco de Miguel Calero fuera vencido por cualquiera que se atreviera a rematar. Entonces ya no pude hacer nada y elegí ser hincha del Independiente Medellín.
Excelente!!!
ResponderEliminarSer hincha del DIM es algo mas que amar un equipo de fútbol. Ser hincha del DIM es una filosofía de vida, una flilosofía donde hay que conseguir las cosas, pero haciendolas bien.
Y cuando no se consiguen, bueno, da putería, pero queda la sensación de que se hicieron bien las cosas.
De este DIM del panzer, ... (suspiro). No necesito que estés arriba para quererte glorioso DIM
Lo llevamos en la sangre, es nuestro ADN...
ResponderEliminarGracias David!